jueves, 30 de octubre de 2008

Villa desmonta la tela de araña bosnia


07-09-2008

Los señores de la UEFA se desplazarán mañana a la Ciudad del Fútbol de Las Rozas para hacer entrega del trofeo al máximo goleador de la Eurocopa. No podían haber elegido mejor fecha para agasajar al delantero del Valencia y de la selección. David Villa resolvió el sudoku de Bosnia Herzegovina en una acción sólo al alcance de los grandes futbolistas. Marcó un gol desde la línea de fondo y en un escorzo que ofrecía muchas dificultades.
Un pequeño detalle para un gran triunfo porque la mayoría de los encuentros hoy se deciden así. No importa ni el ranking ni la nómina. Hay que dar todo para salir a flote. Del Bosque se estrenó oficialmente con un triunfo, pero tuvo que aflojarse el nudo de la corbata en más de una ocasión porque España alternó fases de buen juego y con otras, las menos, de despistes en el contragolpe. Mereció un resultado más abultado, que no llegó por los regalos y la falta de contundencia.
Descuidos atrás
España ganó jugando bien y con sufrimiento. Y a eso hay que acostumbrarse. El equipo es capaz de generar mucho juego en el medio del campo, en zonas menos comprometidas para el rival, donde toca y toca hasta aburrir, pero le sigue faltando pegada. Gana los partidos por clase, por insistencia, por tozudez, por ganas, por fe... Sus partidos son una especie de ruleta rusa, en las que hay que cumplir una premisa. Marcar el primer gol.
Es el guión que propone. Prefiere jugar con espacios y si es posible a la contra. Depende del primer golpe certero. Si llega, su fútbol crece. Lo malo es cuando no atina a las primeras de cambio. Como sucedió ayer en la primera parte. España tuvo que lidiar un cerrojazo de los de antaño. El viejo zorro Miroslav Blazevic montó una tela de araña con dos líneas juntitas en su propio campo y ahí mantuvo a salvo a su portero porque la selección se estrelló sin remedio alguno.
Y eso que lo intentó de todas las maneras. Del Bosque jugó con un extremo puro como Capel porque se temía el apelotonamiento y dejó una banda falsa con Iniesta, siempre abierta para las apariciones de Sergio Ramos. El manual no funcionó. La selección se acostó excesivamente por el carril izquierdo, donde el sevillista se harto de recibir patadas con la permisividad del colegiado. Hubo permutación en las bandas. Tampoco funcionó. Mucho menos por el centro, donde había demasiado tráfico y muy pocas fisuras para que Xavi o Cesc conectasen con Villa.
La misión misión requería paciencia. Y en fases se perdió. Se volcó tanto al ataque que se olvidó de defender, lo más básico en el fútbol. Provocó un par de descompensaciones en el medio del campo, que los bosnios no aprovecharon por el acierto de Casillas y por la mala elección en la definición final. Pese a la irregular primera parte, la selección pudo abrir la lata en dos acciones muy claras. Marcos Senna estrelló el balón contra el larguero en un disparo desde la frontal. Pero más clara fue el penalti que regaló el colegiado a David Villa. El valencianista lo despreció y mantuvo a su equipo con la presión en el pecho. Menos mal que quedaba la segunda parte para retocar los vicios.

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